Yo era muy niño, pero recuerdo la sensación que me quedó oír la historia que contaban sobre unos periodistas en Ayacucho, un lugar tan alejado del colegio de curas en el que estaba, a los que los comuneros dieron muerte de una manera salvaje.

"Los confundieron con terroristas", "ellos gritaron ´somos periodistas` y oyeron ´somos terroristas´", "fueron terroristas disfrazados de comuneros", "fueron enviados por los militares", "los confundieron con militares", las versiones iban y venían. A los 9 años me daba igual. Era lo mismo para mí: una masacre misteriosa y el "Somos libres seámoslo siempre" de los lunes sustentaba el rojo de mi bandera por primera vez.

Han pasado 28 años y sigo con la misma sensación de angustia. ¿Qué ha cambiado?

Aquí un adelanto de una de las respuestas que ensayan los chicos de Quinoa Films en un documental que esperamos con muchas ansias.